En la provincia del Callao, los cementerios están llegando a un punto crítico de saturación debido al alarmante incremento de víctimas de sicariato y violencia. Las familias chalacas enfrentan no solo el dolor de perder a sus seres queridos, sino también la angustia de ver cómo los espacios para su descanso eterno se agotan rápidamente.
«Es desgarrador ver cómo los vecinos llevan a sus difuntos a un lugar que ya no puede albergar más», comenta un trabajador de uno de los camposantos más afectados. La situación ha obligado a las autoridades a acelerar la construcción de nuevos nichos, pero esto solo parece ser un parche temporal.
Mientras los cementerios se expanden, crece también la preocupación por las causas profundas de esta tragedia. ¿Podrán las autoridades no solo ampliar los espacios, sino también atacar las raíces de la violencia? Los vecinos exigen respuestas y acciones concretas para frenar esta ola de crímenes que está dejando un rastro imborrable en la comunidad.
El panorama es desolador: el horizonte se llena de nuevas estructuras funerarias, mientras las estadísticas de homicidios siguen en aumento. Las familias chalacas claman por justicia y seguridad, pero sobre todo, por un futuro donde la vida valga más que la muerte.










